sábado, diciembre 15, 2007

Luna

Cuando el color predominante es el negro, nos estancamos, esperando que el blanco luzca por sí solo. Pero la espera se puede hacer eterna, porque, por algún motivo que desconozco, nunca viene a nosotros. Así nos quedamos, mirando a nuestro alrededor, sin ver nada, con miedo. No sabemos cómo reaccionar. En realidad tenemos algo muy importante que hacer: buscar el blanco.

Cuando pasa un periodo de tiempo indeterminado y asumimos que estamos inmersos en la oscuridad, intentamos buscar una solución para salir de ese estado letárgico. Encendemos una cerilla que no nos deja ver más allá de nuestras narices, sólo nos deja ver que no hay nada a nuestro alrededor. Das un paso hacia adelante, y con el tiempo justo para ver que aún no hay nada, la cerilla se ha consumido quemándote los dedos que la sostienen. Y volver a empezar, encender otra cerilla, dar otro paso...

El proceso es muy lento pero aún quedan muchas cerillas en la caja y poco a poco llegas a fuera. Ahí fuera es donde ves la luz. Una luz ténue que iluminará tu camino, la Luna, que en breve dará paso al Sol.


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